La pandemia y
la salud.
Primer discurso público para la plataforma
San Mateo Tlaltenango,
Cuajimalpa de Morelos,
Ciudad de México,
12 de diciembre de 2020.
Hace un año, ninguno de nosotros, ni en el mundo
entero, imaginábamos que nos tocaría vivir la pandemia más terrible de la
historia.
El Coronavirus, el COVID-19, una enfermedad mortal
por la que se han registrado casi 70 millones de personas contagiadas y 1
millón 660 mil personas fallecidas (2%) en el mundo en menos de un año.
Y esos datos duros, son los registros oficiales.
Imagínense, cuantos muertos pueden ser realmente, por aquellos que no se
reportan.
Sobre todo, en los países con mayores carencias.
¡Como el nuestro! Donde, lamentablemente, de cada 100 enfermos por contagio
mueren en promedio 9 personas, mientras que en el mundo el promedio es de 2
personas fallecidas por cada 100 contagiadas.
A casi un año de declararse la pandemia, es
probable que todos tengamos un familiar, un amigo o un vecino conocido, que ha
sido víctima del COVID.
El hecho es que la pandemia ha evidenciado enormes
carencias, insuficiencias y deficiencias, que están muy arraigadas en el
sistema nacional de salud en México.
Y aquí, está el ejemplo vivo. En San Mateo
Tlaltenango, en Cuajimalpa de Morelos, en la capital de todos los mexicanos, dónde
no sólo hemos sido, testigos, sino víctimas de ese grave desorden social.
Hoy, aquí mismo, como en nuestros bellos estados de
Chiapas, de Oaxaca, o Guerrero, además de ser víctimas de la pobreza y del
COVID, es altamente probable que una madre, un hermano o una hija, que se está
desangrando, y se pueda salvar con una atención oportuna, pueda morir antes de
llegar al hospital más cercano.
Y más aún, si de milagro llega, que exista el
hospital, el equipamiento adecuado y el personal médico, de enfermería y de
servicios de salud suficiente para salvarle la vida. ¡Ese es, nuestro verdadero
desafío!
No es casual, sino causal, que casi la mitad de los
enfermos que hoy saturan los hospitales de la Ciudad de México, sean muchos de nuestros
hermanos que viven al interior de la República.
En la era de las tecnologías de la información y
las comunicaciones, en la cúspide del conocimiento científico universal, no se
vale, ni mucho menos se justifica, que sigamos manteniendo un sistema de
seguridad social fragmentado y de clases, como si viviéramos en Méxicos
distintos.
Sin embargo, hoy, a pesar de que el próximo año se
destinarán casi 1,500 millones de pesos al sistema de salud (la Secretaría de
Salud (145 mdp), IMSS (901 mdp) y al ISSSTE ((374 mdp)), y que se gastará casi
un billón de pesos en Aportaciones a seguridad social (961,026 mdp), al menos 3
de cada 10 mexicanos no tienen acceso a servicios médicos.
A pesar de que en México existen casi 344 mil médicos
en todo el territorio, aún no alcanzamos a cubrir el indicador propuesto por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), que estima, como mínimo, un médico por
cada 333 personas.
Por ello, nosotros proponemos:
Primero, promover una iniciativa de reforma
constitucional para impulsar la creación de un servicio de seguridad social
único para toda la República, integral e integrador, en el que se aproveche la
infraestructura física, el equipamiento y el personal médico de todo el sistema
de salud pública actual.
Segundo, añadir las plazas de base que sean
necesarias para contratar al personal médico, de enfermería y de servicios
necesario, para cubrir los estándares establecidos por la OMS en cada localidad
y entidad federativa; y
Tercero, construir más instalaciones hospitalarias
y sanitarias, sobre todo centros de atención primaria en los pueblos
originarios, en los núcleos agrarios y comunidades marginadas;
Hace 210 años el cura Hidalgo fue apoyado por nuestros
ancestros de los pueblos originarios del punto más poniente de la ciudad de
México. Gracias al sacrificio de los pobladores de San Pedro Cuajimalpa, San
Pablo Chimalpa, San Lorenzo Acopilco, San Mateo Tlaltenango, Santa Rosa
Tlaltenango, Xochiac, San Bartolo Ameyalco, Santa Fe, y Santa Lucía Xantepec,
el movimiento independiente cobro fuerza y animó el espíritu libertario y de
justicia.
A pesar de ello, es innegable que hoy permanecen
algunas facturas y fracturas sociales pendientes en nuestro país. Es notable,
como vergonzosa, la pobreza, la injusticia y la desigualdad, como la
inseguridad, la corrupción y la impunidad a la que hemos sido condenados.
Por ello, hemos decidido levantar la mano y ser los
primeros en participar, colaborar y servir en la construcción del buen gobierno
que todos aspiramos y demandan nuestros hijos.
Y que mejor oportunidad que la que nos brinda la
crisis por la pandemia y nuestro derecho a votar y ser votados en las próximas
elecciones del 6 de junio de 2021 aspirando a una candidatura ciudadana
independiente.
Nuestro movimiento es independiente y no
pertenecemos a partido alguno. Y queremos contar esta historia, como un ejemplo
de lo que es y cómo es nuestro sistema democrático.